Volver al menú | Resumen anual

Una sola venada

Escasa presencia de ciervos

Mariano Gaipo con su hijo y con su sobrino  en el Collau de TarueyComo en años anteriores, la Consejería de Ganadería, Agricultura y Pesca de Cantabria autorizó la celebración de batidas para reducir el número de ciervos que en los últimos años han poblado los montes lebaniegos. No hay cupo de capturas, el único requisito es que solamente se pueden matar hembras.

Así tuvo lugar en los montes de Bedoya la cacería, que como es lógico, es bastante dispar a las cacerías del jabalí. Para empezar aquí no tienen cabida los perros. No es que esté prohibido su presencia, es que no hay perros amaestrados para ésta específica misión. Los que hay, están enseñados para el jabalí y no pueden, ni deben, mezclarse ambas tareas. Por el contrario, el trabajo de los perros es suplido por los monteros que con sus voces y cornetas serán los encargados de levantar a los ciervos de su descanso diurno.

La cacería se programó para empezar por Poda, lugar donde en años anteriores estaban los venados, pero éste año, debido acaso a la nieve, no se vio nada, ni siquiera pisadas. Así que después de echar allí la mañana con un resultado nulo, decidieron montear la zona de la Dobra, donde días antes habían visto pastear en los prados a una docena.

Pero parecía que se los había tragado la tierra, hasta que salió un desafiante macho con su cornamenta bien encumbrada que cruzó los prados ante la mirada de los cazadores que nada pudieron hacer (por su condición de macho) excepto tragar saliva y aguantarse las ganas de soltarle un par de tiros.

Era ya bien entrada la tarde cuando por fin sale una hembra de la Piquera y emprende una veloz carrera prados arriba. ¡No se puede escapar..!, pensaban todos. Lo uno por la vergüenza que todo cazador siente cuando regresa a casa de vacío y lo otro porque el monte estaba bien cubierto. Ahora solo hacía falta tener puntería.

Y el primero que tuvo ocasión de poner a prueba su destreza fue Mariano Gaipo que estaba apostado por encima de la Ermita de San Julián, junto a la Fuente de la Ería. Soltó dos disparos que sirvieron para que la cierva, espoleada por ellos, acelerara su marcha y se metiera en la citada riega en dirección al Caldillo. ¡Se escapó...! pensó un resignado y a la vez frustrado Mariano. Una vez superado el regato, la cierva vuelve a salir a los prados, concretamente al "Prau Sucu", pero en ésta ocasión ya herida de muerte, porque apenas podía correr. Un último disparo de Mariano la hizo parar definitivamente. Era bastante grande.

La cacería no dio más de sí, porque no salieron mas venadas. Seguro que "olieron" a chamusquina y se largaron a terrenos más seguros, porque "habeilas, hailas".

Y así se terminó ya definitivamente la temporada, donde el humor, la distracción, el esparcimiento y la camaradería, con algún que otro desencanto por la falta de puntería, fueron un estímulo más de los animosos cazadores.

(Febrero 2.009)

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