Volver al menú | Resumen temporada 2018-2019

Se mataron dieciseis ciervas en los montes de Bedoya

Por todos es conocida la proliferación de ciervos durante las últimas décadas en los montes lebaniegos y  el daño que hacen los rebaños, que en ocasiones se forman, en los pastos de los ganaderos. Para debilitar esas poblaciones tan abundantes, la Consejería de Ganadería, Agricultura y Pesca de Cantabria autorizó la celebración de varias batidas para reducir su población en distintos montes de la Reserva Nacional de Saja donde se considera que es excesiva y también para equilibrar la relación existente entre machos y hembras. En opinión de los técnicos de la Consejería, ese crecimiento, si no se controla, constituye "un alto riesgo para la conservación de los ecosistemas."

El valle de Bedoya, un año más, fue marco de una batida para reducir ese número. El único requisito es que deben de matarse solamente hembras, sin ningún tipo de cupo, aunque, de acuerdo con las normas dictadas, podrán intervenir un máximo de quince cazadores con un arma cada uno. Los monteros no podrán portar armas de fuego. Tampoco está permitida la utilización de cohetería y de cualquier otro tipo de explosivo para provocar los levantes de las piezas.

Para este tipo de cacerías, hay que aparcar las costumbres de las batidas de jabalí, ya que son muy distintas. La primera que apenas hay perros, solamente alguno “falderu”. No es que estén prohibidos, pero los sabuesos que se usan para el jabalí, no están enseñados para ésta específica misión. Su trabajo es suplido por otros perros y sobre todo por los monteros que con sus voces y cornetas serán los encargados de levantar a los ciervos de sus encames.

La cacería se celebró el sábado pasado y amaneció un día magnífico, con sol, una agradable temperatura y ausencia de nieve en los altos. Este año nevó muy poco.

"Ya lo sabéis de otros años; los venaos no son jabalís, tienen otra manera de comportarse. Son mucho más listos. Son más rápidos que los jabalís y tienen una vista muy buena. Los venados  en la mayoría de las ocasiones se quedan agazapados detrás de cualquier "mato" y no salen a escena. Y para terminar quiero deciros que tienen un oído muy fino. Estuvimos éstos días mirando el monte y sabemos que vamos a encontrar mercancía. En La Dobra se vieron hasta media docena el otro día. En Cobeña lo mismo, en Poda…..", les informaba Chanchel que asumió la jefatura de la cuadrilla.

“Vamos a empezar por la parte de Poda, cerrando por los Llaos a la Horcá, por la cabecera de Poda, la Braña de los Tejos hasta el Cantu las Huertas. La semana pasada vio Jorge un rebaño muy grande en Poda, dice que igual pasaban de veinte…..”.

Una vez colocados los puestos, los monteros empezaron su trabajo, la mayoría poniendo sus cuerdas vocales a prueba y alguno con cornetas. Las emisoras empezaron también a calentarse, y el rebaño de venados que había visto Jorge, no aparecía por ningún sitio.

Tuvo que ser Nel, que hoy iba de montero, el que abriera la lata de los truenos. Como buen conocedor del terreno, se metió con sus dos perros al “Corral de los Caballos” y cuál fue su sorpresa al ver un rebaño de venados que ya estaban en posición de alerta, con las orejas pinadas, por el ruido que había por los alrededores. Pero en el Corral de los Caballos tiene pocos sitios por dónde salir. “Están aquí ….., son por lo menos una docena..…; la madre que las parió...., cómo corren.......”, anunciaba Nel.

Los cazadores se pusieron todos en alerta, hasta ver por dónde decidían salir los ciervos. Después de varias carreras, éstos deciden salir en dirección a los Llaos, pero no contaban que allí, junto al pozo, estaba hoy apostado Abelín, lo que significa que lo iban a pasar muy mal. Pum, pum, pum……., así fueron cayendo una tras otra hasta completar seis venadas. Las restantes cogieron rumbo hacia Poda.

En la cabecera de Poda había también cazadores, pero las venadas decidieron salir por el Collau de Taruey. Allí estaba de puesto Fermín, pero venían a tanta velocidad que los disparos se perdieron en el aire, dejando a las venadas intactas para seguir a toda velocidad en dirección a Llandelestal.

A continuación se echó la zona de los Gorgojos. Aquí la vegetación, sobre todo las argomas, es muy densa, lo que dificulta la tarea de sacar las venadas de sus encames. Pero la ardua labor de los monteros lograron dar con ellas y …..”son ocho o nueve…….”, anunciaban por la emisora.

En Sandelasierra estaba de puesto El “Fonta” y un poco más abajo su padre, ambos de Potes. Los dos tuvieron ocasión de disparar varias veces con el resultado de ver una venada a sus pies. Las demás cogieron la misma ruta que sus hermanas anteriores en dirección a la Peña.

Después de comer el bocata, se decidió echar la zona de Cobeña. “Hay un rebañu muy grande; el otru día estaban en el prau de Santiago por lo menos una docena de ellas”, les decía José Angel.

Y tenía razón, porque aparecían venadas por todos los sitios. El primero que mató fue Mena, que apenas colocado en el sitio, tuvo la oportunidad de parar a una que bajaba a toda velocidad en dirección a Castro. José Angel no quiso quedar mal y paró los pies a dos que cruzaban por encima del pueblo de Cobeña.

Otros cazadores que mataron fueron dos hermanos de Pesaguero (desconozco su nombre) que mataron una cada uno. Un joven de Cabariezo también tumbó a otras dos. Kiko, el de Pendes, también tocó pelo…...

En fin, en total cayeron 16, pero que nadie se asuste porque quedaron otras muchas otras. La presencia de ciervos no se va a resentir mucho, seguro que para el próximo año se vuelven a repoblar lo suficiente. Se ha observado que un pequeño grupo con un par de machos y de hembras, puede transformarse en una población de 30 individuos en menos de cinco años. Todo depende realmente del hábitat y de las fuentes alimenticias que dispongan, pero como nieva poco es muy fácil conseguirlo.  

(Informó: Abelín)

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