Inauguración de la fuente en Trillayo

Con gran solemnidad y fiesta extraordinaria, se celebró, el domingo 11 del actual en el pueblo de Trillayo, la inauguración de la fuente y lavaderos, construidos a expensas de los jóvenes indianos de dicho pueblo, don Felipe Cuevas y don Gerardo Monasterio. La importancia que revistió dicho acto, requiere que le dediquemos mayor espacio del que disponemos en este número; por ello, dejamos para el próximo, la reseña detallada de la fiesta. 
La Voz de Liébana, nº 756 de fecha 15 de Mayo de 1924

Se inaugura la fuente de Trillayo

Pareciéndome estrecho el marco de la pizarra de noticias ordinarias, he querido sacar ésta de la inauguración de la Fuente de Trillayo, del montón anónimo, ya que, la importancia de la obra realizada y la suntuosidad con que se celebró su cesión al pueblo, bien merecen ocupar capítulo aparte en nuestro periódico local.

Dos beneméritos hijos del pueblo, don Gerardo Monasterio y don Felipe Cuevas, saturados de ese espíritu de renovación que fecundiza tantas iniciativas en nuestros indianos y de un ferviente anhelo en mejorar, en todo lo posible, la vida de su aldea, pensaron un día en acometer la obra de traída de aguas de un manantial no lejano, para proporcionar a sus convecinos, y a sí mismos, agua potable y abundante; y como querer es poder, cuando se dispone de estos dos elementos, “voluntad y pesetas”, y en esta ocasión se disponía, en pocos días una larga tubería hacía fluir al líquido elemento en la plaza más céntrica del pueblo.

Pero la obra realizada pedía un complemento y este se llevó a efecto construyendo una magnifica fuente de piedra, finamente labrada, en una de las cuales, y en el punto más visible, por indicación de los vecinos, se grabó esta inscripción: “Año 1924. A expensas de don Felipe Cuevas y don G. Monasterio”.

Contiguo a la fuente, se construyó un amplio y cómodo abrevadero para el servicio de sus ganados, elemento también indispensable en pueblos que, como éste, tiene en la ganadería su principal riqueza. A pocos metros de distancia, construyeron también un lavadero, cubierto con cuatro departamentos, hechos según los últimos adelantos, en forma que las piezas lavables encuentran siempre el agua limpia, y sin que las ropas ni el agua de un departamento tenga el menor contacto con la del otro; pues cuatro surtidores iguales proveen de agua a los cuatro departamentos en igual cantidad y por el borde inferior de los planos inclinados, sobre los cuales se lava, discurre el agua sucia a sumideros especiales.

La obra es de importancia y nada escatimaron los donantes para llevarla a feliz término con todo lujo de detalles; pero en premio a su gran actividad hemos de hacer constar, que los pocos vecinos con que cuenta el pueblo beneficiado, pusieron a disposición de la obra común, su prestación personal, siempre que fue necesaria, muy especialmente el joven presidente, don Francisco Gutiérrez. 

Señalado el día 11 del actual, para su inauguración, el pueblo, para mostrar su gratitud, por el gran beneficio recibido, decidió celebrar una gran fiesta, y el párroco, don Regino Gómez, secundando esos deseos, celebró misa, con asistencia y sermón, cosa poco frecuente en las aldeas, si se exceptúan las grandes solemnidades. Aunque ya por la mañana fueron muchos los forasteros que llegaron a participar del regocijo popular, la concurrencia fue enorme por la tarde.

De todos los pueblos del distrito, vimos numerosa representación de personas distinguidas y de jóvenes entusiastas, estando el bello sexo representado, como corresponde al mes de las rosas y de los capullos que de todo había, y no citamos nombres porque habíamos de incurrir en omisiones, que tendríamos que lamentar. Para las dos y media eran esperados el señor delegado gubernativo y el señor diputado provincial, don José María de Bulnes, que habían sido atentamente invitados, y esa era la hora señalada, para la bendición de la fuente, que llevó a cabo, con toda solemnidad, el párroco don Regino Gómez, actuando de padrinos don Francisco Gutiérrez y doña María Monasterio, que obsequiaron a los niños con abundantes y finos dulces.

Terminada la solemnidad religiosa, sube don Regino sobre la fachada de la fuente, que le servía de púlpito y empieza su breve, pero sentido discurso, saludando al público y ponderando la magnitud de la obra que allí nos ha congregado. Señala este caso, para ponderar lo que puede una buena voluntad, que tome la iniciativa y un pueblo que la secunde. Después de extenderse en sentidos párrafos de hondo afecto a los donantes, dice al vecindario que, al bendecir la fuente, deben bautizarla con el nombre de “Fuente del Progreso” y que a la plaza donde está instalada, llamarla en lo sucesivo: “Plaza de Monasterio y Cuevas”. El público que había escuchado hasta ahora con religioso silencio, se desbordó en aclamaciones de aprobación y en una delirante ovación presta entusiasta asentimiento a la simpática idea, tan oportunamente expuesta por el benemérito sacerdote que, visiblemente emocionado, terminó con vivas al progreso, a España y a la Religión, siendo muy felicitado y aplaudido, por su acertado discurso.

Se da lectura de una carta del señor delegado gubernativo, excusando su presencia y lamentándose de no poder tomar parte en una fiesta de esta índole.

Don Ignacio Rodríguez, párroco de Cabezón de Liébana, lee unas bien hilvanadas cuartillas, ponderando, con la agudeza y el ingenio en él peculiares, la importancia de la mejora y pasando a fiscalizar la obra de regeneración social, llevada a cabo por el Directorio, canta a su presidente un himno, fecundado por un valor cívico insuperable.

Pasa a ocupar la tribuna la señorita Josefa Gutiérrez, que también lee unas cuartillas muy bien escritas, y dice que se decide a ocupar aquel lugar, porque siendo las mujeres las más beneficiadas con la obra que se inaugura, siendo ellas, las que más van ganando, es natural que muestren también parte activa en el agradecimiento.
El niño José Cuevas, lee una poesía alusiva al acto, con soltura y entonación, siendo aplaudido. También, don Gerardo Cantero, da lectura a unos versos de su cosecha que dedica a sus dos amigos señores Cuevas y Monasterio. “Prosa rimada”, creo que los titulaba y “Prosa sentida”, pudo haberlos titulado, porque eran leídos por él con el sentimiento de un profundísimo afecto.

Termina la ceremonia profana con unas palabras del diputado provincial, señor Bulnes, haciendo el resumen y calcando los puntos más principales, relacionados con el acto, y no decimos más de su valioso discurso porque sabemos que cualquier merecido elogio, había de protestarle su exagerada modestia.

El fotógrafo de Potes, señor Riancho, impresionó algunas placas, una de las cuales acompaña a estas cuartillas y en la que los donantes aparecen sentados al lado del caño de la nueva fuente.

Seguidamente la gente moza, al compás de las afinadas voces de la gaita, pasaron a lucir sus aptitudes juveniles, rindiendo culto a Terpsicore (baile), y los que ya estamos en la edad de las realidades, nos retiramos al amplio comedor del amigo Monasterio, donde, despiadadamente y sin templanza, se trituraban dorados cuartos de cordero y otros accesorios similares; pero llegamos tarde, la plaza estaba sitiada con todas sus consecuencias, y como la misma patente de amistad tenemos con el amigo Cuevas, allá nos fuimos; pero tarde también, el lleno no era allí menor; pero hubimos de esperar y en el relevo inmediato, siguiendo el mal ejemplo, con tan poca piedad como los otros, nos metimos con los lomos de un indefenso corderito, lobos por un momento. Y en una y otra casa no se conocía que se trataba de inaugurar una fuente nueva, flamante; entre tanto ciento de gastrónomo, no vimos pedir un vaso de agua, que no fuera de Matorrales, o la Pasera.

También a la gente joven y a cuantos fue imposible, por el número, atender en las demás casas del pueblo, se sirvió en la plazuela pan, queso y vino en abundancia.

Satisfechos pueden estar y por ello los felicitamos, los amigos Cuevas y Monasterio, por todo lo que su obra se refiere, y por el resultado final.

La Voz de Liébana, nº 757 de fecha 30 de Mayo de 1924

Sentados de izquiera a derecha: 1.- Francisco Gutiérrez, presidente de la Junta vecinal y padrino en la ceremonia de la bendición. 2.- Don Regino Gómez, párroco de Castro y Arcipreste de Bedoya que bendijo las obras. 3.- María Monasterio de González, madrina de la ceremonia. 4.- don José Barrallo, párroco de Bedoya.

Sentados a ambos lados de la fuente: 5.- don Gerardo Monasterio. 6.- don Felipe Cuevas, a cuyas expensas se hicieron las obras.

De pie, en segundo término: 7.- don Fermín Pando, maestro de Bedoya. 8.- don Julian Monasterio, maestro de Tama. 9.- señor Administrador de Correos de Potes. 10.- don Félix Cuevas. 11.- don Florencio Castelao. 12.- don Gregorio Muñiz. 13.- señor Registrador de la Propiedad. 14.- don Mariano Fernández. 15.- don Gerardo Cantero. 16.- don Ángel Gutiérrez. 17.- don José María de Bulnes. 18.- don Juan Reda.

Detrás: 19.- don Miguel Rongel, maestro de Potes. 20.- A la derecha de la fuente: don Álvaro Fernández. (Foto de Riancho)

Prácticamente, todo Bedoya, con las mejores galas, acudió a la inauguración de la fuente

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