Volver al menú | Resumen anual | Batida nº1

Se mataron cuatro venadas en una preciosa batida

Pradería de Poda y Collado de TarueyPor todos es conocido el problema de la caza del jabalí surgido este año en la Reserva del Saja. En Liébana y la zona del Nansa no se oyó ni un tiro durante la ya finiquitada temporada. Pero hoy todo cambió, con la innovación de que en el punto de mira de las escopetas no estarán los jabalíes, sino los venados.

La Consejería de Ganadería, Agricultura y Pesca de Cantabria autorizó la celebración de batidas para reducir el número de ciervos, que en los últimos años se vio incrementado de una forma sustancial. Una de esas batidas se celebra hoy en los montes de Bedoya. No hay cupo de capturas, el único requisito es que solamente se pueden matar hembras.

Con este preámbulo, las escopetas volvieron a descolgarse de los armeros y a las 8 de la mañana van llegando los cazadores a San Pedro de Bedoya. Amanece un excelente día y en el ambiente se respira algo de nerviosismo. Como queda dicho es la primera (y última) cacería de la temporada; todos quieren estrenarse (o despedirse) con unos buenos resultados. Cazadores y monteros se van acreditando ante la guardería y pronto se da la orden del inicio de la batida. Los perros son los grandes ausentes de la jornada. Serán los monteros los encargados de suplirlos con sus voces y cornetas.

Hay que empezar por "Poda", dijo Jorge, jefe de la cuadrilla. Cogen rumbo a Poda pero al llegar al "Cercado", alguien divisó dos venadas cruzando desde el "Chozu" hasta los "Llanos de Enebro". Hay que cortarles el paso, pensó Vicentucu; toma su arma y monte arriba logra llegar antes que las dos ciervas; de un certero disparo acabó con la vida de una de ellas, por cierto muy grande. Bien empezaba el día ya que sin haber empezado oficialmente lo cacería, ya se había cobrado una pieza. La dejó medio escondida para recogerla por la tarde y se unió al resto de compañeros en su ascensión hasta el Collado de Taruey. Si en San Pedro hacía una buena mañana, allá arriba era muy diferente. Corría un fuerte viento que dejaba una sensación de mucho frío.

En la mente de todos estaba aún presente la batida del año anterior, donde en Poda se montó una buena refriega. No fue menos este año. Testimonio de ello fueron las emisoras que pronto empezaron a caldear la mañana:

"Del hondón de Poda acaban de salir cinco venás, suben por mitá del prau.. y ya están entrando en el monte."

Pum..., pum, pum, pum, pum.., en un tiempo que no llegó a superar los dos minutos sonaron cinco disparos seguidos de un sepulcral silencio. Los más optimistas se estaban frotando las manos pensando que cada tiro había llegado a su destino, pero eso era mucho pedir, porque las cinco venadas salieron indemnes dando la media vuelta para dirigirse de nuevo hacia "Trescorroble".

"Las cabronas se dieron la vuelta., hay que cortarlas antes que se nos metan a "Trescorroble" que allí no hay nadie de puesto"

" Tranquilos ..., que allí están cubriendo Ceci, Jorge y Manolín el de Bejes".

"Ceci, estate quietu, que las tienes debajo de ti las cinco juntas, pa tí van derechas...., llevan el sendero que va al "Corral de los Caballos", le susurraban por la emisora los compañeros que las estaban viendo desde la Matilla.

"Yo no veo ná..." replicaba Ceci.

Pero las ciervas, que gozan de una gran vista y de un fino oído, se dan de nuevo la vuelta y emprenden su marcha monte abajo en dirección a Lebeña. En su huida las pudo tirar Jorge que de un certero disparo rebajó su número a cuatro. Más bajo estaba Mingo, el de Lebeña. "Ahí te van Mingo, estáte atentu.." se oía por la emisora. Y bien atento que estaba ya que sonaron varios disparos y su voz exultante la pudieron oir todos: "Estas no se escapan, maté una y otra marchó herida". No fue muy lejos ya que unos metros más abajo en la "Fuente de San Pedro" acabó muriendo.

Llegó ya la hora del mediodía y había que reponer fuerzas. Reunieron a las cuatro venadas para que los servicios veterinarios pudieran recoger unas muestras de las vísceras para su análisis, pero se encontraron con la sorpresa de que a la cierva que había matado por la mañana Vicentucu y que había dejado escondida, esas muestras se las estaban tomando unos intrusos que querían quitarles trabajo a dichos veterinarios. Seis buitres se prestaron gratuitamente a hacerles tan laboriosa y delicada labor.

Una vez comidos todos, incluidos los buitres, se decide por la tarde batir "Sarrullá". Al empuje y griterío de los monteros se desencamaron seis venadas que canal arriba ascendieron por "Jaltrabe" directas al "Montucu" donde las esperaban las escopetas.

"Ahí os van seis venás, estar atentos.." Atentos estuvieron, pero no las vieron, ni siquiera supieron por dónde lograron escapar. No estaba bien cubierto el monte y las ciervas pudieron burlar fácilmente a los cazadores.

Con las cuatro venadas en un remolque se llegó por la tarde a San Pedro donde les esperaban muchos curiosos, dando por terminada la jornada que en términos generales se desarrolló con el beneplácito de todos.

(Febrero, 2.008)

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