Cuadrilla 103

Se mataron de nuevo tres jabalís

Hoy fue un día de conejos....

Por fin llegó el frío. Después de un mes de Septiembre caluroso y principios de Octubre con el mismo signo, la mañana del sábado amaneció con toda Liébana completamente blanca merced a la fuerte helada que había caído. Así se reflejaba en los semblantes de los cazadores de la cuadrilla 103 que, con los rostros semitapados (había que resguardarse del frío), a las ocho de la mañana se juntaron en Puente Asnil para cazar en el lote de Barajo, que abarca desde San Andrés hasta los montes de Buyezo y Lamedo.

Jorge, el jefe de la cuadrilla, fue dando las instrucciones oportunas a los compañeros, a la vez que se iban acreditando ante la guardería. "Hoy vamos a poner las emisoras en el canal número 7 y ya sabeis que le emisora se usa solo para casos de suma necesidad, porque hay algunos que quieren radiar la cacería como si fuera el partido del Racing".

Una vez colocados los tiradores en sus puestos y con el sol ya pegando en las cumbres de los Picos, Jorge dio orden de entrar a los monteros con sus perros en busca de alguna señal del paso nocturno del jabalí. Y si ese rastro es de última hora de la noche, mejor que mejor, ya que el encame estará cerca.

Y no estaba muy lejos, ya que pronto cogieron demanda. Los perros estaban nerviosos, inquietos y los ladridos delataban que no hacía mucho tiempo que el jabalí había pasado por allí, así que los monteros los soltaron definitivamente de sus amarres y entonces aún más se encorajinaron. Estaban por encima del pueblo de San Andrés y por los "resclaves" vieron que se trataba de un marrano bastante grande. "Atentos arriba, que es un buen jabalí..", se oía por la emisora.

Pummmm.., pummm, dos disparos retumbaron en el valle y al instante la emisora vuelve a sonar para avisar a todos: "Este ya cayó..". La voz era de Manuel que, aún nervioso, necesitó de los dos tiros para parar al jabalí en su huida. Manuel estaba oyendo a los perros que se acercaban hacia su puesto y se puso en máxima alerta cuando vio al marrano salir de la espesura del monte para cruzar un claro y sin pensárselo mucho le atizó de forma que el jabalí quedó a expensas de los sabuesos que pudieron morder lo que les vino en gana. Bien empezaba la cacería..

Pero no todo lo empieza bien acaba del mismo modo, porque hoy se puede decir que fue un día para haber hecho el cupo para la hora de comer. Había muchos jabalís, pero la puntería de los cazadores no era la más idónea. Para muestra diré que a Ceci, que es uno de los que no suele fallar, le salió un marrano tan cerca que casi se tiene que apartar y le tiró por tres veces, pero el jabalí pudo marchar por un escobal con más vida de la que traía por aquellos pagos. "Tengo que llevar el rifle a calibrar., tiene que estar mal", decía un incrédulo Ceci. Pero no se daba cuenta que el que tenía que ajustarse era él, ya que el rifle estaba en perfectas condiciones. Otra vez será..

Algo similar le ocurrió a Chanchel al que también le salió un jabalí relativamente cerca y le tiró pero le ocurrió lo mismo que a Ceci. No todos los días se acierta y hoy estaban negados.

El que sí estuvo como siempre fue Abelín, que de un único disparo echó a rodar un jabalí que pasó por aquellos lares. No era muy grande, pero necesitó poner todo su empeño y destreza porque le tiró de una distancia bastante considerable.

Era ya mediodía, el sol apretaba y se habían matado dos. El tiroteo era constante pero el acierto de los tiradores no era el idóneo. Como diría, luego un veterano "hoy fue el día de los conejos..".

Pero tenía que ser de nuevo Abelín el que salvara la cacería con un nuevo jabalí que le llevaron los perros hasta sus dominios. Le tiró y el marrano dio un salto y penetró de nuevo en la espesura del monte gruñendo de dolor y de furia. Cuando llegaron los perros y penetraron en la espesura, Abelín se dio cuenta que el jabalí estaba herido de muerte y solo necesitó otro disparo para rematarle. Este era un macho bastante bueno.

Y así terminó la cacería. Cuando los cazadores se fueron reuniendo para echar cuentas y contar las anécdotas de la jornada, Ceci y Chanchel tuvieron que aguantar las bromas de los compañeros por los fallos que tuvieron. Por una vez, y sin que sirva de precedente, les tocó a ellos.

Después todos juntos se acercaron hasta Dos Amantes donde Sixto les sirvió una estupenda merienda-cena donde estuvieron hasta altas horas de la noche.