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José María Cuevas Gómez

"La única salida que teníamos los chavales en los años 60 era ir a cortar pinos a las Vascongadas "

José María Cuevas GómezHacía mucho tiempo que no veía a José María. Hoy nos encontramos en Pumareña en una fría tarde del mes de Marzo y le invité a pasar a mi casa para hacerle unas preguntas relativas a su niñez y juventud. Así que, sentados al lado de la chimenea y acompañados de un "chiquito" de vino de la cosecha, empezamos ésta charla.

¿Dónde naciste, José María?

En Pumareña, un 4 de Noviembre del año 1.943. Entonces todos nacíamos en la propia casa; seguro que mi abuela, que era la partera del pueblo y alrededores, fue la que ayudó a mi madre a traerme a este mundo.

Por la época que naciste aún no se había terminado la carretera de Bedoya, ¿Llegaban los Reyes Magos a Pumareña?

Sí, sí llegaban, pero dejaban poco, tampoco yo les pedía mucho. Me solían traer un roscu, higos pasos, unas zapatillas.....; antes de Misa también íbamos los críos a pedir los aguinaldos por el pueblo. Nos solían dar algo de dinero (poco) y alguna fruta. Era lo que había.

¿Cuál fue el primer recuerdo que tienes de tu niñez?

Ufff....., tengo varios. Me acuerdo que mi abuela había comprado un botijo en Potes y nada más llegar a casa me mandó a la fuente a buscar agua. Pero tuve la desgracia de caer y romper el citado botijo en su estreno. Me llevé los correspondientes azotes.

Otra anécdota que me pasó fue una vez que tuve que ir con mi padre hasta Potes a llevar un carro de leña para una señora a la que mi padre trabajaba unas fincas. Aparte de la renta que acordaran, también convinieron que mi padre la tenía que llevar un carro de leña todos los años. Yo era un críu y mi padre me llevaba para arrear las vacas, si lo necesitaban. Era en invierno y madrugamos bastante. Al llegar a Potes mi padre descargó la leña en el lugar señalado y entonces la señora nos dijo que podíamos pasar a su casa para calentarnos un poco en la lumbre y nos daba de almorzar. Así lo hicimos y de almuerzo nos puso un único huevo frito para los dos. Mi padre, sin percatarse de nada, siguió hablando con la señora y mientras tanto yo me comí el huevo; con eso mi padre tuvo que volver en ayunas para casa.

Y ya el tercero, me acuerdo que, cuando empecé a ir a la escuela, un día el señor maestro nos castigó a Cheles y a mí sin salir a comer al mediodía. Tuvieron que ir mi abuela y Oliva a llevarnos algo de comida; pero el maestro, después de tenernos retenidos un buen rato, se arrepintió y nos soltó. Las encontramos en el Rilón y allí mismo comimos. Me acuerdo que mi abuela me llevaba un trozo de borona con tocino cocido.

Y ya que hablas de la escuela ¿qué tal te fue en ella?, ¿tuviste buenos maestros?

Yo empecé a los seis años con don Miguel Cabiedes, al que todos conocíamos por Miguelito; era de Potes y yo creo que no tenía el título de maestro, pero nos enseñaba bastante bien. Era muy buena persona. Después vino don José, al que llamábamos "el loco" por sus extravagancias. Luego don Antonio con el que siempre cantábamos el "Cara el Sol" al entrar en la escuela y para terminar a don César García Corada; con él salí de la escuela y fue con el que más aprendí. Era un muy buen maestro.

¿A qué jugabais de críos?

Parece que aún tengo grabado todo lo relacionado con la escuela. No se me olvida el escobalucu que había por encima de ella; al recreo por allí subíamos y nos tirábamos rodando; y tampoco me olvido del "water" que teníamos debajo de la higuera. En cuanto a juegos te diré el "calvu", el "escondiverite", también con el aru y el latón. Los críos de Pumareña hicimos una bolera en el Campo de San Miguel. Era un camino más o menos llano y lo acondicionamos como bolera. Los mayores no nos dejaban jugar en la bolera grande y nos lo teníamos que ingeniar. A mí también me tocó pinar bastantes bolos en la bolera de los mayores; los que perdían nos daban dos reales. Yo nunca fui buen jugador, pero sí que pasaba allí muchos ratos, no había otro sitio.

¿Se pasaba hambre?

Yo creo que no, no se pasaba hambre pero tampoco se tiraba nada, se aprovechaba todo.

Y de joven ¿qué diversiones teníais?

Mira, a mí me regaló Colás Soberón una bicicleta. Era pequeña y con las ruedas macizas, pero no tenía frenos, así que con ella logré aprender a montar en bici. Me acuerdo también que la primera vez que fui al cine fue en Potes y bajé en una bicicleta que me dejó para la ocasión Cástor Gutiérrez. Era una Orbea.

Otra diversión de la juventud era cuando se pedían los aguinaldos. Nos reuníamos los muchachos por Nochevieja y recorríamos todas las casas del pueblo. Generalmente cantábamos los "Diez mandamientos" y luego, lo que sacábamos, lo solíamos comer el día de Reyes todos juntos. Y por Carnaval, aunque estaba prohibido, nos disfrazábamos de zamarrones con una sábana y salíamos de noche a dar unos palos a los más pequeños que salían por el pueblo tocando unos campanos.

Me acuerdo también que en los años 60 los Domingos se hacía baile en Esanos en el local del Concejo que se habilitó como Tele-Club. Ponían un tocadiscos y allí acudía la juventud de parte de Liébana, sobre todo del Valle Estrechu. Por entonces no había más baile en toda Liébana que éste, luego ya aparecieron más tele-club.

¿Te acuerdas del racionamiento y del estraperlo?

Si, me acuerdo que el tabaco y el aceite estaban racionados, había que ir a buscarlo a Tama. Y del estraperlo te diré que a mí no me tocó, pero le oí a mi padre que en cierta ocasión fue con Indalecio Soberón con la pareja de vacas (llevaban una vaca de cada uno) y el carro hasta Pisón de Castrejon, más allá de Cervera de Pisuerga. Llevaban nueces y aguardiente para cambiarlo por trigo. A la vuelta, en Cervera, les detuvo la Guardia Civil que les mandó descargar toda la mercancía, teniendo que regresar a casa con el carro vacío. No se si hubo sanción económica. La gente también iba mucho para la zona de Lamasón de donde traían maíz.

¿Qué personas crees que merecieron un recuerdo por su forma de comportarse con los más necesitados?

Mira, pon a Donata y su marido Casimiro Gómez; no tenían mucho pero lo daban a todo aquel que lo necesitaba. Y también puedes poner a la tía Felisa Soberón, a su hermana Sabina, a Celsa Gómez.....

¿Y gente inteligente?

Me dijiste al principio que te hablara de gente que ya no está entre nosotros, pero no me puedo resistir de hablarte de Pepín Cabiedes. Cada vez que quiero saber algo, siempre le pregunto a él, es una enciclopedia. Martín Pérez, también contaba muchas historias de África. Y otro que también tengo por inteligente fue Lucio Cuevas; no era muy expresivo, pero se le notaba que sabía.

Y personas trabajadoras?

Yo en Bedoya no conocí a ningún vago, pero por destacar a alguien pon a Prudencio Martínez.

¿Gente con fuerza?

Creo que Martín Pérez era muy fuerte, también mi abuelo Laureano; decían de mi abuelo que en cierta ocasión trajo a cuestas doce docenas de palos para fréjoles desde Llandelpozo hasta La Vega. Y también oí que mi bisabuelo, el tíu Pepín Gómez, tenía mucha fuerza, pero no conozco ninguna anécdota suya.

¿Ganaderos?

Pon a Gerardo Cantero y al tíu Federico Soberón. Tenían cabaña de vacas tudancas con vaquero incluido.

¿Qué opinas de la despoblación de Bedoya?

Mira yo, con todo el dolor de mi corazón, también tuve que marchar de aquí. En Bedoya no había para todos y tuvimos que marchar a otras partes. Es una pena que se esté quedando sin gente, pero era una necesidad, aquí no podíamos vivir todos.

Dices que tuviste que salir de Bedoya, ¿a qué parte?

Te voy a contar, yo ahora vivo en Bergara (Guipúzcoa), pero con 15 años ya salí a trabajar a los montes, generalmente de pinos, por la zona de las Vascongadas y Navarra. Yo creo que era la única salida que teníamos los chavales en los años 60, una vez que salíamos de la escuela.

Y con 15 años ¿qué trabajos os encomendaban?

Te cuento. Mira, la primera vez que salí ya te digo que tenía 15 años y fui con mi padre a Otañes, cerca de Castro Urdiales. Generalmente íbamos en cuadrillas y me acuerdo que también iba con nosotros Manolín Prellezo que es un año más joven que yo. Cuando llegamos, lo primero que le dijeron a mi padre fue que si necesitaba una cabra para sacarla algo de leche para nosotros, así que fíjate si teníamos cara de críos.

Pero ¿os mandaban a cortar pinos?

No, generalmente, a los jovenzucos nos tenían de pinches. Nos encargábamos de hacer la comida, también íbamos a buscar el suministro, en fin para lo que nos necesitasen.

Pero ¿sabíais cocinar? entonces esa función no era "cosa de los hombres" y menos de críos.....

Apenas sabíamos, pero no era difícil porque siempre teníamos el mismo menú.

¿Qué comíais, si se puede saber?

Te voy a contar lo que nos ocurrió en Navarra, cerca de Roncesvalles y con esto creo que te puedes hacer una idea porque todos los sitios eran parecidos. Eramos una cuadrilla bastante grande, todos de Bedoya, menos el cocinero que era navarro. Estábamos de arrieros con unos mulos arrastrando la madera de pinos desde el monte hasta un parque donde ya se podía cargar en los camiones. Logramos sacar un buen contrato: 28 duros al día cada uno, la comida y el vino; de aquella no lo ganaban muchos, era un buen contrato, sí.

Ya, pero te pregunté por las comidas que hacíais...

Si, a eso voy. Mira por las mañanas siempre unas "chulas".

Y ¿qué es eso?

Pues tocino frito, pero tocino blanco, eh?, sin nada de hebra, claro. En el aceite que dejaban las "chulas" mojábamos el pan. Y todo regado con vino. Cada uno tenía su bota. Nos la llenaban todos los días (litro y medio). El vino lo teníamos racionado y con eso teníamos que tirar todo el día.

Y para comer?

Generalmente unas alubias también con tocino. En alguna ocasión me tocó también comer habas de esas que tenían para comer los burros; tenían incluso gusanos. La comida la hacíamos a rancho, es decir, comíamos todos de la misma fuente. Cada uno tenía que llevar su cuchara y cuando alguien tenía necesidad de beber, para no perder su turno de comer, decía: "mojón", que significaba un alto en el camino, lo que aprovechaban los demás también para beber, de forma que nadie pudiera comer en ese momento. De esa manera se podía controlar la comida por si había algún glotón o aprovechado.

¿Y para cenar?

Patatas cocidas, lentejas o garbanzos.

Pasaríais hambre.....

Pues no, hambre no, porque ponían bastante cantidad, además siempre teníamos a nuestra disposición tocino; eso no nos faltaba nunca. Entonces no teníamos problemas con el colesterol.

Y ¿dónde os alojábais?

Generalmente en chabolas que nosotros mismos hacíamos, otras veces en los pajares de algún caserío, en fin de cualquier manera. Llevábamos una manta cada uno, y yo en Navarra la tuve que compartir con mi hermano Manín.

Pero lo peor de todo de nuestra estancia en Roncesvalles fue que al final no cobramos. Bueno, algo sí, pero nos dejaron a deber cierta cantidad de dinero que ya no volvimos a ver. Así que volvimos a casa con las orejas gachas.

¿Estábais en el monte durante todo el año?

Íbamos por temporadas, solíamos ir una vez que se quitaban las nieves, allá por el mes de Febrero o Marzo. En el mes de Junio volvíamos a "descansar" a casa en la temporada de la hierba y una vez terminada, volvíamos al monte ya hasta las navidades.

Y ¿qué trabajos hacíais generalmente en el monte?

Ya te dije que unas veces arrastrando la madera, otras haciendo pistas, cargando la madera en los camiones a mano, claro, sacar las apeas del monte a los cargaderos, plantar pinos, cortarlos con tronzador; luego ya llegaron las motosierras, que nos quitaron bastante trabajo. Yo estrené la primera en Arteaga; eran las primeras que salían al mercado y no las entendíamos mucho.

¿Teníais agua para asearos algo?

En ocasiones no lo teníamos, incluso a veces tuvimos que usar la nieve para cocer las alubias. Y en cuanto al aseo....., te diré que de vez en cuando nos lavábamos nosotros, así como la ropa, en algún regatu del monte.....

Tendrás alguna anécdota para contarnos.....

Si, en una ocasión regresaba yo a casa por las Navidades y en vez de maleta, traía un saco con la ropa y algo de herramienta también metida en él. Venía en el tren y al llegar a Bilbao de repente me vi rodeado de policías; entraron todos derechos a mí. Al parecer, por aquellos días se había cometido un importante robo en Bilbao y los policías fueron directamente al saco, mientras otros me rodeaban. Le abrieron y al ver su contenido rápido le volvieron a cerrar, marchando todos sin decirme ni pío.

Bueno, José María, ¿otro chiquito?

¡¡Échale!!...., y te cuento la última aventura. Estaba yo en Otañes, como te dije al principio, con mi padre y al terminar la temporada dijo mi padre que había que acercarse a ver a una tía mía, Josefina, que estaba de monja en un convento de Deusto. Cogimos el tren en Traslaviña para ir hacia Bilbao. La tía nos trató muy bien, me acuerdo que nos sacó unas pastas y una botella de vino dulce. Una vez que estuvimos con ella, regresamos a la estación para coger de nuevo el tren hacia Santander. Mi padre montó en el tren y yo me quedé mirando, ya no me acuerdo el qué, pero el tren arrancó y José María se quedó en tierra, solo, con 15 años en la estación de Bilbao. Figúrate qué panorama.

Y ¿qué hiciste?

Pues arrancar a correr detrás del tren hasta que ya vi que era imposible alcanzarle y decidí seguir andando por las vías en la misma dirección. Seguro que con alguna lágrima en las mejillas.

Y tú padre, ¿qué haría?

Como es lógico no lo vi, pero figúrate el susto que se llevaría. Se le ocurrió apearse en la primera estación que paró el tren y emprendió la marcha también por la vía en mi busca. Al cabo de un buen rato, padre e hijo nos encontramos y me acuerdo que nos dimos un fuerte abrazo. No se me olvida que yo llevaba unos pantalones de pana que me había hecho Elvira la de Paulino. Eran los primeros pantalones largos que tenía, ya que hasta los catorce años no usábamos pantalones largos, eran siempre cortos.

Y ¿qué hicisteis luego?

Pues esperar a que saliera otro tren. Hicimos noche en Santander y al día siguiente mi padre me compró un jersey amarillo, decía que hacía juego con los pantalones que llevaba. Al llegar a Tama le decían a mi padre: ¡Nando, qué guapo viene el chaval......!

Pues que lo sigas estando por mucho tiempo, José María, y muchas gracias por contarnos todas esas historias de la vida en los montes que fueron muy comunes en la juventud lebaniega de los años 50 y 60 del siglo pasado.

José Angel Cantero
Marzo - 2.009

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Montse - 15-04-09

Qué entrevista más entretenida y cuántas anécdotas!. Enhorabuena al entrevistador y al entrevistado por hacer que gente como yo que no conocimos esos tiempos, nos hagamos una idea de cómo se vivía entonces. Muchas gracias!!

Socorrito - 15-04-09

Bueno, bueno, bueno....José Mª. La foto, una maravilla y todo un recuerdo para el futuro. Diles a los chavales que la guarden para la posteridad como oro en paño. Está bueno lo del botijo...., tuviste menos suerte que Lily cuando le dijo tu madre (tía Nati) que fuera a por agua a la fuente (bebedero) con el botijo. Recordaís los dos que en el lado izquierdo tenia una pequeña bajada, pues bien Lily apoyó el codo sobre su pierna resbaló y ¡zas!..... de culo al agua, ¡ah! pero sin romper el botijo. Como era pleno verano (y los dos sabeís bien el calor en esas fechas en Pumareña) él, lo primero que hizo fue mirar si alguien le había visto y no había nadie, pero de repente se oyó una voz que dijo....: ¡no eres el primero, ni serás el último!. Me parece que los dos sabeis quien fue esa persona (Matilde, tu madre José Angel). No recibió azotes pero la rabia que le dió cuando al momento ya se sabía hasta en Esanos.

¿Qué te comiste el huevo? pobre tío Fernando (un huevo para cinco y tiramos la yema). ¡Menudo almuerzo! aquellas gallinas se ve que ponían poco. Eso es como la anécdota de la tía Celsa, cuando fuimos Lily y yo a despedirnos después de terminada la vendimia (hay cuantos recuerdos y todos buenos), porque nos volviamos a casa (Santander) y ¡qué os doy yo, si no tengo nada...! no te preocupes Celsa, danos de lo colgaó. Si, si de lo colgaó...., unas manzanas chiquitinas y secas...., pero qué ricas estaban. Cosas de la tía Celsa, ¿te acuerdas de ella "primu"?. Cómo es que no te acuerdas de ninguna anécdota de los fuertes del pueblo. Vamos a ver. Como tu bien dices nuestro abuelo Laureano era muy fuerte y ¡nuestro bisabuelo!. Yo toda la vida tengo oído que en una ocasión cuando venía de Palencia con el carro de bueyes y el vino, la guardia civil le dijo que no podía pasar el vino, ¡bien!, se sentó debajo del carro y se tomó el vino ¡y qué! ¿ahora pasa o no pasa?. ¡Vaya si pasó!. En otra ocasión se unció el carro en el lugar de los bueyes y también oí muchas veces a abuelita, a tú madre, a mi padre...., que levantaba con los dientes un pellejo de vino.....

Es una pena que ya no quede nadie en el pueblo para recordar todas estas anécdotas. Quizás Elenita. Cómo me acuerdo yo de tús andanzas por los montes (y Manin) hasta que se afincó en Valladolid. Tú ten en cuenta que los gusanos de las habas no eran tal, sino "proteinas". Tú mismo lo dices: patatas, garbanzos, lentejas, tocino......, sin colesterol claro, que ya se quemaba con el trabajo fuerte. ¿lo ves? fatal las proteinas; (los gusanos de las habas). Cómo dice Montse, que creo no tener el placer de conocerla, qué pena que no quede nadie para poner al día anécdotas y recuerdos, porque habría para escribir un libro. Ahora que ya estás jubilado (bien merecido) José Mª animaté y que te echen una mano Jayone y Richar. Ha sido un placer ¡¡¡muchas, muchas gracias!!!!.

maria-rosa - 23-04-09

que alegria ver a mi primo Jose Maria tan guapu y ademas contando anecdotas de su juvenil vida!!!. esa del "un huevo para dos" la conozco tambien yo. abrazos desde lejos, Jose Maria.
Alberto, Mané y Sara - 10-04-10

JOSÉ MARIA IL AUTÉNTICU. SALUDOS DE OTRU AUTÉNTICU, TU PRIMU JOSE ALBERTO, EL QUE NO LLORABA ENCIMA DEL CARRU DE HIERBA. EN TAL CASU SERIA DE ALEGRÍA. MI HERMANA M.ROSA TIENE MUCHAS GANAS DE VERTE Y VEROS A TODOS. ABRAZOS FUERTISIMOS DESDE LA PANZA DE BURRO, PERO AL SUR DE LA ISLA.
 
 
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