 Segunda cacería de la cuadrilla  31. Hoy le toca cazar en el lote de Barcenilla, que está por terrenos de  Cabezón de Liébana, Los Cos y Aceñaba. Juan Carlos Gutiérrez, el jefe de la  cuadrilla, hoy cede los galones  a  Roberto que, como buen conocedor del terreno, les propone lo siguiente: “Estuve  mirando el monte y yo creo que tenemos que echar el lote de dos veces, para poder cerrar mejor. Sé que  hay en la parte baja por lo menos seis jabalís y los tenemos que cerrar en corto para que no se  nos escapen”. Así se hizo, cubriendo por encima de Cabezón, hasta Aceñaba,  Solanu, Piasca y la carretera general.
Segunda cacería de la cuadrilla  31. Hoy le toca cazar en el lote de Barcenilla, que está por terrenos de  Cabezón de Liébana, Los Cos y Aceñaba. Juan Carlos Gutiérrez, el jefe de la  cuadrilla, hoy cede los galones  a  Roberto que, como buen conocedor del terreno, les propone lo siguiente: “Estuve  mirando el monte y yo creo que tenemos que echar el lote de dos veces, para poder cerrar mejor. Sé que  hay en la parte baja por lo menos seis jabalís y los tenemos que cerrar en corto para que no se  nos escapen”. Así se hizo, cubriendo por encima de Cabezón, hasta Aceñaba,  Solanu, Piasca y la carretera general. 
       Una vez colocados los puestos,  fueron los perros de Saúl los que primero delatan la presencia de jabalís.  También los de Berto, el de San Miguel, y los de Mente cogen demanda y llevan  un buen jabalí hasta donde estaba David, el de Los Cos, pero con tan mala  fortuna que cuando le entró al cazador, éste tenía enfrente las casas de  Aceñaba y David, con buen criterio, decidió no disparar. El marrano le entró luego a  Marco y a Adri, pero debido a la maleza del monte, con matorral bajo, no  lograron divisarle, aunque sí le oyeron, logrando el jabalí a cruzar la  carretera general, en dirección a Torices.
       Los perros de Juan Carlos también  levantaron de su encame a un jabalí, que llegó minutos más tarde donde estaba  Eloy, el de Toranzo, que le disparó, pero el marrano cogió aún más velocidad  que la que traía. Pero no fue muy lejos, ya que más adelante se encontró con  Felipe Martínez, que estaba de invitado, y que solo tuvo que gastar un disparo  para ver a los perros morder con ganas. Era un buen jabalí de unos 70  kilos.
       Otros sabuesos, los de Fonso, el  de Señas, los de Rufino y los de Juan Carlos, levantan más tarde en el Solanu  varios jabalís. Popi fue el primero en disparar, siguiendole Carlos, el de la  Cajiga, Pedraja,  Diego el guarda….., y  los jabalís siguieron todos en el monte para otra ocasión. “A ver qué os  pasa…., que no apuntais na…...”
       Tuvo que ser un chaval el que les  sacara los colores. Me estoy refiriendo a Marcos González, de Pumareña, que vio  en la zona baja del lote, en Peñacastillo, a los perros de Clemente y Emilio muy  apurados alrededor de un espeso bardal que hacía imposible que se adentraran  los perros. Marcos estaba de puesto muy cerca y al oir a los perros se acercó y ...., “ya saldrá, aquí le espero…..”,  pensó. Con  el arma sobre su hombro, en posición de tiro, estuvo un buen rato, hasta que el jabalí se atrevió a  salir de su escondite. Un único disparo sirvió para que Marcos viera rodar unos  metros al pequeño jabalí, de unos 30 kilos,   y los perros pudieran morder. 
       A las once y media ya habían inspeccionado  la parcela del lote que se habían propuesto y deciden cambiar  de zona, echando la parte alta de Aceñaba,  cubriendo por la praería, el cortafuegos, la Dehesa y la praería de Piasca. No  tardaron en levantar los perros de Fonso, de Jose, el de Campollo, y del  Mellizu a un buen jabalí que se les escurrió entre dos puestos al barrio de  arriba de Piasca.
       Fueron ahora los perros de Rufino  y Berto los que levantaron un jabalí. “Atentos en la praería, que llevan un  jabalí…..”, les indica Berto. El marrano llegó hasta donde estaba Diego que, en  verdad que estaba atento, pero le falló la puntería y el jabalí pudo seguir su  ruta hasta el siguiente puesto donde estaba Marco, que en ésta ocasión se lució  derribando al jabalí de un par de disparos.
       No paró aquí la cacería. Siguieron saliendo  jabalís a la palestra, pero todos lograron escapar de la  artillería de Tino, de  Miguel el de  Pumareña, y de Popi, que estaban en la Dehesa de Piasca y vieron cómo se les  escaparon para la zona de Los Cos. 
       Y ya cerca de la hora del cierre  de la cacería los perros de Oscar y Mente volvieron a levantar pero, debido al  calor, ya apenas que pudieron seguir a un par de jabalís y así se dio por finalizada la cacería,  con tres piezas en los remolques, que no está nada mal, pero con la resabia de  que se les escaparon muchos. Otra vez será.
      (Información de Roberto Bulnes)