Con mal tiempo y peor cara acudieron los cazadores de la cuadrilla 103 a Lebeña para cazar en el lote de Poda. Digo que mal tiempo porque la mañana se presentaba fría (ayer bajó la nieve hasta Tama, aunque enseguida se marchó) y hoy la lluvia no paraba. Pero …, “vamos a cazar, no está el día en las mejores condiciones, pero si lo dejamos para el jueves igual está peor ya que anuncian otra borrasca”, les informaba Chanchel el jefe de la cuadrilla. “Si hoy somos pocos, el jueves vamos a ser todavía menos, así que vamos a cazar”.

Dije más arriba que también había malas caras, y así era, pero debido a las mascarillas y a los gorros casi no se les veía, pero se intuía. Se guardaron, como es lógico, todas las precauciones posibles con las distancias reglamentarios, parecía que estaban reñidos unos con otros.

“Vamos a echar la cacería en dos veces, la primera desde Lebeña a la derecha y luego echaremos la parte de la izquierda. No vamos a sortear los puestos, los que tengan vehículo todo terreno tendrán que cubrir los puestos de arriba, hasta la Fuente San Pedro y Cantu las Huertas, y los demás la zona baja desde el río”, les seguía indicando el jefe de la cuadrilla.

Con éstas premisas y una vez colocados los puestos, entran los monteros por mismo lebeña y por el Caminu Vieju sorteando los helechos y la pertinaz lluvia, aunque a ratos paraba, incluso llegó a salir un poco el sol, pero los perros hoy no tenían ganas de cantar. Por eso paró la lluvia, porque no cantaba nadie. Y es que no cogieron ni una triste demanda. Seguro que hasta la Mora que está en la cueva estaba triste con tanto silencio.

Se echó luego la otra zona y más de lo mismo. “No hay jabalís…., no suelto ni los perros, así no se puede cazar. Si no hay jabalís no pintamos aquí nada”, clamaban los monteros, que otra cosa no harían, pero por lo menos hicieron buen ejercicio y cogieron también una buena mojadura.

En vista de lo visto, Chanchel mandó bajarse del monte y “vamos a comer a casa, que hoy tengo garbanzos y hay que tomar primero un buen caldo caliente. Pero cada uno en su casa, eh?”.

Así lo hicieron, a las dos y media de la tarde ya estaban todos haciendo lo que les había indicado el jefe de la cuadrilla. Algo es algo, el caldo seguro que les puso a todos otra vez en órbita.